Foto y texto: AgathoklesLa tentación fue grande, yo diría enorme,
no lo soportaste, fue inútil disimularlo,
quedaste marcada en el gusto y con el tacto,
dejo su labial tan profundo que te hiere la distancia,
repites su nombre y pones su perfume en tu almohada,
es sentencia, le llamas, le escribes, te contesta,
me incitas, me invitas, me hablas de ella,
sales por lapsos, regresas, sonríes, sé qué pasa,
la noche es fría y con mucho vodka, hay velas,
los inciensos emergen de tu piel, tu euforia crece,
el teléfono a la mano, el sabor de ella en la boca,
una hora más, el timbre suena tanto como tu latido,
tiemblas, te miro, me gusta, somos uno, la deseamos.
Su piel ahora es más suave, las monedas no se sienten,
la luna resplandece su entorno, las llamas lo diluyen,
el cuadro es excitante, tan real que parece medio sueño,
la esencia del lugar es una reliquia, la cama se dobla,
una inicia, la otra le sigue, ambas me soliviantan,
somos familia, nos conocemos, incestamos, copulamos,
una vez, otra vez, vez tras vez, yacemos, nos liamos.
Mañana nuevamente la ausencia, el dolor,
el olor a sombra y vacío, tú y yo, nada en sí,
por las noches sólo se oye de tu boca un murmuro, es ella, es ella, es mía…