Cuando conté de ti no lo hice por menospreciarte,
fue mi arte quien lo indujo, hable tan bien, tan propio,
que te creían santa, ahora eres la misma, dos kilos menos,
ochenta libras de alcohol para beber, y tu néctar,
nacido del manantial del culto a Baco, pura, pura,
premisa en los pensamientos de la canción Santiaguera,
son entre los cubanos, trova entre los bohemios,
sigues ahí y eso me importa, tanto como tu figura,
el cilindrero todavía evoca tu ritmo de zarzamora,
démosle de beber a quien misericordia pide, nada te cuesta,
un si como palabra, un no como respuesta, un resquicio,
algo que haga menos dura la condena, tal vez horas,
emancipado para lo que no controlamos al momento,
ahora es tan real que lo siento conmigo, a mi lado,
mi desequilibro me mantiene despierto, ante la calma,
procuraré no te preocupes por lo que hablen,
que no serán más que tertulias que se olvidan a media semana,
culpabilidad la tengo sin ser casto, para que te cuento,
cada verso es un balazo, mételo en mi cien,
no lo olvidare aunque yacido me encuentre,
tendido en los amaneceres y los precipicios inesperados,
yo también me jugo la boca y se más que besar.