Soy cenizas que en espera de agosto se mantienen invernantes,
todo ruido y silencio es tregua y olvido, todo es tu sombra,
la mañana, la tarde y el día 17 en especial, momento de amor concebido,
cuando es tiempo, despierto ante la necesidad aterrante de creerte,
ante la misma de crearme y volver a ser parte de lo que en ti existe,
abismos verdaderos y colapsos insólitos nos marcan, siempre es así,
sin embargo hoy es día y clarea el alba para mirarte pura, limpia, soberana,
el rocío de los nardos y el espejo de cantera reflejan calmas voraces,
ambiciones de karma, solicitudes cándidas, pasiones acoples y tendidas.
Soy ceniza y eres amor, veneno y verbo y también amor Dios y eres Dios
y también eres real como el amor y amante moderna y amiga cómplice,
eres como llama y como hielo punzante en el alma, amapola furiosa,
una luz debilitada por los labios que te poseen y también te pertenecen,
mi penitencia ahora es cambiar las realidades para hacerte sugestiva.
Soy un ángel ciego que se rinde, te idolatra cada mañana ante sus ojos,
un rebelde autentico sin taciturnas, con manías que te consideran única,
con letargos y catarsis, con sinfónicas riendas, sin pausa a la tragedia,
con tu piel como estandarte y tú corazón como patria y bandera,
soy también un sexenio surreal, un amante delincuente, un desliz incorrecto,
soy penumbra en tus pupilas y cazador en tus entrañas, el más sórdido,
el más altivo, el que se cree inmortal y semi dios cuando te acercas,
un fugitivo y traicionero de secretos que mañana te preparará café.
Cuando luce el día es por qué tus lágrimas han cesado,
cuando la noche cae transformas los sonidos en caricias bravas,
en lontananzas irreales, en jaurías pérfidas, en batallas alevosas, en cielo,
en voz de luto y clemencia, en la inaudita forma que me hace humano,
cada vez es más día y más 17 y todo parece que es amor, y eres Dios,
eres amor, y te amo a pesar de la tragedia y amor te llamo y creo ser Dios
si haces lo mismo, dices amor y te amo y estas ahí también en lo que yo
llamo amor, y sin ti simplemente no sería…
Foto: Marváz
Texto: Agathokles