Desde que tengo desuso de razón he manifestado una atracción fiera por las nalgas femeninas. No desde cualquier enfoque, tiene que ser en su punto exacto, pensemos en un descuido, en una torpe maniobra al sentarse o al dormir ¿Qué puede haber más seductor que ver sin ser notado? Espiar por debajo la falda para descubrir las marcas de ropa interior en la carne ausente, de las orillas de la silla, de la ropa de cama. Observar con encanto los poros, las cicatrices, la celulitis, ver, ver, ver. Abandonarse a la necesidad de ponerse erecto a través del sentido mayor, digo, la mirada.
Ah, benditas nalgas.
¿Alguien por ahí para dejarse ver?
(u oler o tocar, juar)
(u oler o tocar, juar)
Texto: M. C. Globber (México, 1988)
Foto: Alex Zmeckye
Foto: Alex Zmeckye
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