En la comisura de tu boca soy la frase que no se pronuncia.
La fila era interminable, tu cabello encrespado y rubio soltaba flores que hacían un paisaje campestre, aunque no me di cuenta. Las esperas me matan. Y la jodida cajera con sus chequeos de la jodida gente que no revisó sus jodidos precios antes de tomar el jodido producto; y el corte de caja después, siempre sucede. Giraste de medio lado. Tu boca. Un portento. Rajas de manzana, manzana de piel, perfecta. Calculé que tendrías unos 40 años, que estabas casada, que tenías hijos y una vida estable. Contraste adecuado para este saltimbanqui de los compromisos: 40 años, con una calvicie incipiente, auto deportivo, departamento siempre desordenado: un desastre, desordenado y solo. Vamos ahí. Nada de compromisos, de antemano sé que no funcionará, conformémonos con una cojida rápida. Salvaje, violenta, sí. Nada de zalamerías ni falsos cumplidos. No diré que tienes la boca más sensual que he visto tan cerca, ni que tus senos son dos esferas perfectas, sinónimo de alumbramiento y demás artes del amor supremo. Mírame, soy tu amor, regresé ¿Serrat? Abandonas la fila y yo te sigo.
Pongo todo fácil: tú eres mi puta y yo el olvido. Aire denso que suspira en los límites del tiempo.
En el justo del lado corazón
Foto: Francisco Enríquez Muñoz
Textos: Alex Zmeckye