Diecisiete
Por Éric Marváz
Hay calles esperándote, un parque, el museo, la habitación nostálgica. Existe también un florero rebosante y sandías maduras, dulces, jugosas para tu boca. Incluso la alfombra, la baldosa, el césped, la terraza, el bar, la cerveza fría, la cama ardiente, vaticinan el advenimiento. Nos preparamos para recibir. Confiamos que cuando llegue todo ocupará su lugar en el universo, el sentido volverá al mundo quebrado, podremos llorar un poco, reír, dormir en la misma cama, olvidarnos de cuando la nada se instauró en el calendario.
Suenan las gotas de lluvia como diecisiete relojes averiados.
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Desde el alma de Alma Beatríz
Por Beatríz Fernández
Reconozco que mi sorpresa rebasó mi deseo esta vez. Qué manera de sentirme gratamente estimulada en el asombro, muchas veces te he llevado sin pedírtelo a ser protagonista de mis sueños más candentes, y ser tú, quien me pida el contrato para serlo. Me reafirma seguir trasmutando mis sueños a la realidad, despertando todos esos imperceptibles sentimientos y deseos que han brotado junto a tu llegada… Saber de ti me emociona de una forma promiscua, gracias por corresponder a mis insolentes deseos… Esta noche déjame dormir abrazada con mis piernas a tu cintura y sentir no sólo la calidez y firmeza de tu pecho en mis senos…
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Cada mañana te busco silente y veo tu sonrisa, esa sonrisa que me cautiva y pone contento a mi corazón.
Cada tarde siento con el viento escuchar tu nombre tan cerca de mi oído, que te siento conmigo, rodeada entre tus brazos.
En el crepúsculo te busco callada y siento el calor de tu piel cobijando mi frío, y mi alma goza sabiéndote conmigo.
Porque contigo siempre llega mi calma...
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Je suis Ale
Por Alexander Zmeckye
Interludios
Hace tanto que te observo, ¿Cuáles serán los secretos que le miras a la nada? Sabemos que estamos para un entreacto rápido, sin inhibiciones, sacudidas violentas de acabar rápido, de ignorarnos después. Hasta nunca, mejor.
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Miscelánea de Mesalina
Por Gaby Ouu
Vuelvo a sentir correr por mis venas sangre predadora; esa sangre que me altera, que exalta mis sensaciones, la lujuria, el deseo....
Elegí la presa ideal para saciar esta vez mis antojos, y eres tú....
Me visto de negro letal, un toque de rubí en los labios y ese perfume ligeramente dulce y especiado que se vuelve voluptuoso cuando mi temperatura sube.
Voy a tu encuentro, abres la puerta y con sorpresa me invitas a pasar. De pie junto a la mesa, entre miradas y leves sonrisas voy tendiendo mis redes. Te siento cada vez más cerca, estás a punto de beber el veneno que te hará sucumbir ante mis deseos. Mi boca te invita a besarme, mi lengua serpentea muy lenta y suavemente danzando con la tuya, muerdo un poco tu labio inferior y noto el temblor de tu caricia subiendo hasta mi pecho de erectos pezones que se marcan en la delgada tela. Subo a la orilla de la mesa, levanto despacio mi falda y en la ausencia de pantaletas meto mi mano entre los muslos, acaricio un poco mi sexo ardiente sin dejar de mirarte a los ojos... Te doy a chupar mis dedos y presionando tus hombros te llevo a libar el néctar de la flor que abre sus pétalos inflamados entre mis piernas. Sé que te tengo justo en el punto que quiero, excitado, ansioso, casi desesperado.... Me bajas de la mesa y entre besos apasionados llegamos hasta un sillón, desabrocho tus pantalones, libero tu pene erecto y húmedo... empujo tu cuerpo que cae sobre el sofá, arremango mi falda y me monto metiéndome lentamente tu falo... Sacas de mi vestido los senos que tanto deseas mamar y cabalgo sobre ti, apretándote dentro de mí, frotando mi clítoris contra tu pubis, sintiéndote en lo más profundo... La cabalgata se torna intensa, mis tetas danzan frente a ti al compás de mis gemidos, el sudor escurre en finos hilos por mi cuello. Me gusta escucharte, ver el placer en tu mirada, en tus labios entreabiertos... Mis dedos se clavan en tu piel y en leves convulsiones me pierdo en un orgasmo que detona el tuyo...
Por ahora estoy satisfecha, sigues casi sin aliento tumbado en el sillón... Acomodo mi vestido, tomo mi bolso y sin decirte más nada, salgo de tu apartamento llevando tu esencia y aroma entre mis piernas....
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Versos como balas
Por Agathokles
ELLA Y SU NOMBRE
Imagíname aspirando la nieve que delineé en medio de tus muslos,
amor intoxicado, pasión desmesura, sabor escarlata, vuelve pronto al ruedo,
es hora de que a la nueva guerra pongamos el nombre nuestro…
en honor de la virgen que eres y tus piernas como escondite
me declaro culpable, torrente, cataclismo y por qué no, también inmortal.
No es vernos sino mirarnos
a fondo como queriendo amar,
volcados por la espera infinita,
luchando contra la nula gravedad,
te acercas decente, me alejo pletórico,
es entonces cuando el beso nos toma
de los labios y todo comienza.
Somos parte de un concepto
que ha nacido justo al final,
nos tratamos como nísperos,
luego convertidos en abetos
pensamos en ser eternos,
la lluvia, la luna, tú como fuego,
un intento demente de pertenecernos,
la muerte lleva a la hoguera,
lo mismo que en vida a la trinchera,
tú como cometido, yo como intemperie,
ambos es el secreto,
la misión de consumir el misterio.
Mírame, tómame, deja mis restos entre las dunas blancas de tu cama,
al amanecer, el fulgor de la enmienda, la razón de la batalla, todo,
absolutamente todo llevará como insignia tu nombre.
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El Rinconcito,
esta semana:
Lalo Greiner.
OLAS QUE REPERCUTAN SONORAS
por qué sólo de manera indirecta?
por que sólo por medio de
referencias cortas?
en la película no había acaso fragmentos
de las huellas de tus dedos,
historia de tu sudor y grasa
y papel y tiempo?
eso añoro!
que sea mío el tiempo!
que de ahora en adelante, quién mierdas sabe cómo
yo no pierda el control de mí mismo
y cuando aparezca lo haga
como el mago de oz
o una versión mejorada, renovada y cuidadosamente
seleccionada
del producto que te cautivó
de súbito
antaño
por qué sólo así como estampa y sello?
lo he merecido?
no puede ser que me sienta tan poco
al caminar por miguel ángel de quevedo
al saber que venderás aquel departamento
al conocer que te alejas cada vez más
de este triste méxico
eso espero!
que no sea sólo de ida el cuento
que yo venza, y al hacerlo cree
olas demasiado grandes para ser ignorado
olas que repercutan sonoras en todas
partes del mundo
y tú estés ahí mirando, mirando, mirando
que de una u otra manera mística no
me hayas olvidado
y cuando yo, después de miles y millones de exasperantes
vueltas pase por tu rumbo
tú me abras paso
en una noche sin luna
a través de los candados
hacia lo húmedo,
hacia lo cálido
hacia lo blando
Rogelio Dueñas.
Arde tu nombre junto a mi alma
en esta hoguera tétrica de olvidos,
el sabor de tus besos
ahora es
archivo muerto.
Hoy me libo la luz nocturna
-de los amantes-que jamás
pude compartir contigo
por tenerte a mil abrazos de distancia.
De madrugada me siento en el cruce
de Insurgentes y Reforma
como viviendo una puesta
en escena de Esperando a Godot.
Putas y chulos son testigos
del rigor mortis de mi corazón,
que yace en el asfalto
de esta capital oscura como tu ausencia.
Libro: Calibre .38
Autor: Rogelio Dueñas
Modelo: Kim Orozco
De venta en la editorial: editorialmorvoz@hotmail.com
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Otros demonios
Un par de vídeos morvozos que vuelven desde el recuerdo.
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Historia del ojo (fragmento), George Bataille.
Llevaba medias de seda negra que le subían por encima de las rodillas; pero aún no había podido verle el culo (este nombre que Simona y yo empleamos siempre, es para mí el más hermoso de los nombres del sexo). Tenía la impresión de que si apartaba ligeramente su delantal por atrás, vería sus partes impúdicas sin ningún reparo.
En el rincón de un corredor había un plato con leche para el gato: “Los platos están hechos para sentarse”, me dijo Simona. “¿Apuestas a que me siento en el plato?” —”Apuesto a que no te atreves”, le respondí, casi sin aliento.
Hacia muchísimo calor. Simona colocó el plato sobre un pequeño banco, se instaló delante de mí y, sin separar sus ojos de los míos, se sentó sobre él sin que yo pudiera ver cómo empapaba sus nalgas ardientes en la leche fresca. Me quedé delante de ella, inmóvil; la sangre subía a mi cabeza y mientras ella fijaba la vista en mi verga que, erecta, distendía mis pantalones, yo temblaba.
Me acosté a sus pies sin que ella se moviese y por primera vez vi su carne “rosa y negra” que se refrescaba en la leche blanca. Permanecimos largo tiempo sin movernos, tan conmovidos el uno como el otro. De repente se levantó y vi escurrir la leche a lo largo de sus piernas, sobre las medias. Se enjugó con un pañuelo, pausadamente, dejando alzado el pie, apoyado en el banco, por encima de mi cabeza y yo me froté vigorosamente la verga sobre la ropa, agitándome amorosamente por el suelo. El orgasmo nos llegó casi en el mismo instante sin que nos hubiésemos tocado; pero cuando su madre regresó, aproveché, mientras yo permanecía sentado y ella se echaba tiernamente en sus brazos, para levantarle por atrás el delantal sin que nadie lo notase y poner mi mano en su culo, entre sus dos ardientes muslos.
Regresé corriendo a mi casa, ávido de masturbarme de nuevo; y al día siguiente por la noche estaba tan ojeroso que Simona, después de haberme contemplado largo rato, escondió la cabeza en mi espalda y me dijo seriamente “no quiero que te masturbes sin mí”.
En el rincón de un corredor había un plato con leche para el gato: “Los platos están hechos para sentarse”, me dijo Simona. “¿Apuestas a que me siento en el plato?” —”Apuesto a que no te atreves”, le respondí, casi sin aliento.
Hacia muchísimo calor. Simona colocó el plato sobre un pequeño banco, se instaló delante de mí y, sin separar sus ojos de los míos, se sentó sobre él sin que yo pudiera ver cómo empapaba sus nalgas ardientes en la leche fresca. Me quedé delante de ella, inmóvil; la sangre subía a mi cabeza y mientras ella fijaba la vista en mi verga que, erecta, distendía mis pantalones, yo temblaba.
Me acosté a sus pies sin que ella se moviese y por primera vez vi su carne “rosa y negra” que se refrescaba en la leche blanca. Permanecimos largo tiempo sin movernos, tan conmovidos el uno como el otro. De repente se levantó y vi escurrir la leche a lo largo de sus piernas, sobre las medias. Se enjugó con un pañuelo, pausadamente, dejando alzado el pie, apoyado en el banco, por encima de mi cabeza y yo me froté vigorosamente la verga sobre la ropa, agitándome amorosamente por el suelo. El orgasmo nos llegó casi en el mismo instante sin que nos hubiésemos tocado; pero cuando su madre regresó, aproveché, mientras yo permanecía sentado y ella se echaba tiernamente en sus brazos, para levantarle por atrás el delantal sin que nadie lo notase y poner mi mano en su culo, entre sus dos ardientes muslos.
Regresé corriendo a mi casa, ávido de masturbarme de nuevo; y al día siguiente por la noche estaba tan ojeroso que Simona, después de haberme contemplado largo rato, escondió la cabeza en mi espalda y me dijo seriamente “no quiero que te masturbes sin mí”.
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Casa de citas
Casa de mala nota
Fuente: inciclopedia.wikia.com
"Todas las mañanas cuando me levanto tengo la p... más dura que un canto."
( Miguel de Cervantes, confundiendo polla con su pierna.)
La polla es aquel mítico animal gallináceo que, siendo tabú, todo el mundo pronunciaba su nombre.
Se cree que la primera aparición de este animal la mencionó Aristoteles (no confundir con Aristóteles) en su obra: "Delirium Tremens Teletabis" alrededor del año 4 d.C.
Este animal puede pokemonizarse en Pidgey si se le somete a temperaturas superiores a los 300°C, mientras realiza giros de 360º durante 5 minutos bajo el efecto de la kriptonita. Ciertos críticos gastronómicos aconsejan echarle cerveza para potenciar la reacción y un aumento de sueldo.
Contexto histórico: También se llama polla la zagala que está en la flor de su juventud. Tan en la flor, que dan ganas de regalarle ya una polla (1ª acepción).
Ésta era una antigua costumbre de los romanos. Al acto de entregar la polla (1ª acepc.) a la polla (2ª acepc.), y celebrar que así entraba en la flor de su juventud se le llamaba curiosamente desflorationem y se celebraba con gran bullicio y gentío, y sacrificios de pollas (1ª acepción) a los dioses como Pollas Atenea (también llamada Pallas Atenea), la de las múltiples pollas (1ª acepción) colgando de su cuerpo.
El verdadero origen de la polla reside en la mítica frase de Nabucodenosorrr II de Barbilona (ver Ajo de vampiro): "La tengo emplumá como una polla!", lo cual facilitó el avance contextual a que se enfrentaban la mayoría de los Barbilonios.
Fuente: inciclopedia.wikia.com
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