EDITORIAL
Para cerrar la presentación del libro "De eso
llamado lujuria", tuve la oportunidad de decir esto, a micrófono abierto y
sin interrupción alguna.
"¿Cuándo el dolor se transformará en venganza?
Inicialmente esto se planeó como una presentación llena de
lujuria, y sí, diversión.
Mi país está pisoteado, mi gente asesinada, las voces
calladas, la educación ninguneada, el poder embravecido: bestia sedienta de
sangre.
¿Qué acaso no les basta con los robos monumentales de
dinero?
¿Con el poder absoluto de quién vive o muere?
¿Con los miles de idiotizados con sus medios de in
comunicación?
Y estamos aquí en la FIL del Zócalo, hinchándoles su buena
fama de promotores de la cultura cuando sus programas de barra televisiva son
una mierda, cuando nos tienen acostumbrados a poca difusión, a jodidez, a
limosnas del erario público. Somos las putas del gobierno, nosotros, los
agricultores, la mano de obra, los consumistas, los pendejos de siempre que
somos felices con una selección nacional mediocre, con gobiernos nefastos, con
una educación pésima, con comunicadores sonrientes que mienten siempre, con
mujeres cosificadas.
En un principio pensé en no venir al evento, en mandar todo
a la chingada junto con las “amables intenciones” de esa partida de asesinos y
ladrones, pero por respeto a ustedes estoy, estamos.
Aunque las declaraciones hechas son a título personal.
La presentación se haya ennegrecida por los hechos de
Iguala, por los de Tlatlaya, por lo de Tlatelolco, por lo que no sabemos, por
dónde iremos a parar.
No nos van a callar, no podemos seguir siendo indolentes, ni
agachones, ni cobardes, ni conejillos de indias de estos hijos de puta. Debemos
hacerles saber quiénes somos.
En la educación está la revolución.
Y que chinguen a su madre, he dicho."
12 de octubre del 2014, plancha del Zócalo, México.
Éric Marváz.
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