sábado, mayo 19

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Revista Morvoz No. 120, año II (17-5-12)

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Fotografía del buen maestro Antonio Barssé, a quien le damos la calurosa bienvenida, no más que la que nos brindá él.

Sea pues, gracias maestro.











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Relatar lo que sucedió a partir del momento en que nos encontramos en el andén de la estación podría resultar demasiado repetitivo, ya que la mayor parte del tiempo lo pasamos haciéndonos el amor, aunque a veces simple y llanamente follábamos como locos en cualquier lugar donde la necesidad nos apremiara. Esquivar y escondernos de la gente tenía un morbo tremendo, y además, yo pretendía que conservara un buen recuerdo de cada rincón de la ciudad. Por eso la noche del sábado quise llevarlo a conocer una playa pequeña y casi siempre solitaria situada en las afueras. Como sabía que él lo deseaba me sumergí en el mar, a pesar de que el agua estaba bastante fría a esas horas, sintiéndome libre, erótica, frívola y maravillosa… Feliz. Jota esperaba sentado en la arena para verme salir  con el vestido mojado pegado al cuerpo, como tantas veces dijo que me había imaginado. Me tumbó a su lado en la arena, apartó la tela  y comenzó a lamerme, entera, susurrando que quería retirar toda la sal del mar de mi piel hasta que sólo supiese a mí misma. Yo me retorcía de placer al contacto de su lengua... o de sus lenguas, porque la sentía en tantos sitios a la vez que parecían varias.   Cuando prácticamente me tenía al mismo borde del paroxismo se retiraba, separaba mis piernas y buscaba con sus dedos los fluidos que ya me inundaban para saborearlos despacio. Otras veces era yo misma quien untaba con ellos mis pezones, que Jota chupaba con fruición hasta dejarlos empapados con su saliva.


 - Me vuelven loco tus tetas… pura lujuria,   el olor a hembra de mar de tu sexo cuando estás excitada…- Lo decía con la voz entrecortada por el deseo.


Después, con la pelvis pegada a mi trasero y mis piernas entre las suyas,  jugaba a torturarme con su pene duro y caliente a través de la tela del vestido. Me restregaba contra él como una gata en celo, con los codos apoyados en la arena, buscándole con las caderas y con todo mi sexo, pidiéndole casi a gritos que me follara de una vez, pero Jota pretendía llevarme al límite: “Te quiero más caliente todavía, más abierta… te quiero follar por cada fisura que encuentre”.  Escucharle decir eso ya me enloquecía por completo.  Me daba igual cómo lo hiciera, a esas alturas de excitación lo único que necesitaba era tenerlo dentro.


Pero como la venganza es un plato que se sirve frío, esa misma noche tuve ocasión de hacerle pasar por el mismo dulce tormento.  Siempre supo sacar de mí el lado más perverso y también el más tierno.



Me encanta volver a esa playa para bañarme desnuda y tumbarme mojada en la arena, recuperar el olor a hembra de mar que tanto gustaba a Jota... Sentir  la brisa y la humedad en mi cuerpo me hace revivir cada momento de aquella noche.


Berta Tarbe

El placer es mío






Fotografías: Francisco Enríquez Muñoz 



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 De "Textos de lo guarresco y lo arrabalesco"

 

Editado por Morvoz - Hyperversos  

               

El fin justifica los miedos


Lucero fue siempre la más platicadora, presumida y chismosa del grupo de amigas. La noche de su luna de miel abrió desmesuradamente los ojos, su baby doll sepia diseñado por Bustani contrastaba con su piel blanca, perfumada para esa ocasión. Pálida y con asco preguntó: ¡¿Que quieres que te chupe qué…?! Desde entonces jamás volvió a abrir la boca.

De la mano del destino o el destino ¿está en tus manos?

 

Raúl era un escéptico: se burlaba de la quiromancia, de la cartomancia y de todas las artes adivinatorias. Cuando vio el letrero que anunciaba “FALOMANCIA” decidió, por curiosidad, entrar a que le leyeran el futuro. Las suaves manos de la pitonisa recorrieron el cuerpo cavernoso y esponjoso del pene de Raúl. El glande, el frenillo y el prepucio fueron analizados manualmente línea por línea, lunar por lunar y nervio por nervio. ¡¡Aaaah!! Exclamó gozoso. ¡¡Si no te aguantas, no puedo leer todo tu porvenir!!  Desde entonces Raúl encontró su futuro.

Chiquito pero picoso

 

Desde niña, a Lupita le gustaba lo picante. El chamoy era su perdición, sobre todo con limón. Entristeció cuando le prohibieron los irritantes por su gastritis. ¿Con que no puedes comer chile? Le dijo Armando mientras ponía en el sofá un chile serrano, un jalapeño, un poblano y le mostraba su pene. Ella los vio, los tocó, los comparó, los pesó “al tanteo”. ¿Ya viste por qué le dicen chile, Lupe? Desde entonces ella volvió a las andadas.

Nomás dos tiros le dio


Rubén creció en medio de investigaciones médicas, burlas y morbosidad. “Uy mano, tú sí que eres pura verga” le decían invariablemente cuando veían que tenía dos penes. ¿Orinas por los dos?, ¿con cuál coges?, ¿tienes dos o ya estoy bizca?, ¿te haces chaqueta simultánea?, ¿las putas te cobran doble?, ¿y si los pegas con cinco mil o te los coses, te imaginas qué pitote? Cuando Mario supo el caso de Rubén lo buscó rápidamente y le propuso trabajar como strepper. Desde entonces Rubén es conocido en el medio como “Bífalo Bill”.


Textos de Jorge Enrique Escalona         



1 comentario:

  1. Que buenas fotografías,exquisitas en realidad,también los textos,como siempre,mis felicitaciones por el talento que traen a morvoz..saludos.

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