Editorial
A modo de editorial, con absoluto orgullo y placer:
Desde la revista Palabra Abierta, tomamos
la siguiente disertación acerca de la pornografía, de parte del maestro Félix
Luis Viera.
La pornografía no existe, es un mito que hemos creado y para
el cual colabora el aún escaso
desarrollo cultural de buena parte de la humanidad. Con lo que está en
cursiva me quiero referir a las personas —hombres y mujeres—que disfrutan sobre
todo de la representación visual y manifiesta del sexo para lograr la
excitación. Sólo los cerebros más rudimentarios —deben ser muchos entonces, a
juzgar por la industria—se alteran al disfrutar contactos sexuales
preestablecidos, filmados minuciosamente y donde los “protagonistas” son
perfectos o cuasi perfectos físicamente. Es decir, no son humanos; y el sexo es
algo, sin duda, humano. Y el eros, en el espectador —en cualquier espectador y
en cualquier trance o sitio en que se halle—, debería y debe aflorar sólo cuando
el “drama” precedente a la acción sexual sea meritorio. Es decir, cuando los
prolegómenos, más largos, más cortos, creen la imprescindible tensión previa—en
donde la palabra y otras variantes del lenguaje son, claro, parte indisoluble,
como en todo propósito humano, como en la “vida real”—. Cachondería plástica, titulé, hace años,
a un artículo que publiqué a raíz de cierto canal televisivo que se dedicaba a
la transmisión del asunto que nos ocupa.
Decía en ese artículo y lo reafirmo que la pornografía, con
la carga de dolo que se le quiere dar hoy en día, no existe. No es perjudicial:
se trata sólo de ver a otro haciendo lo que nosotros sabemos hacer (claro,
“ver” es excitante, pero cuando sólo se trata de “ver”, no se consigue ir más
allá de una excitación superficial). De tal manera que la industria de la
pornografía quedaría reducida a unos cuantos —en primer orden a los que lamentablemente
no pueden “hacerla” por ellos mismos—si no existiera el subdesarrollo cultural
que antes cité.
De lo anterior exceptúo a los menores de edad. No únicamente
porque sean menores de edad, sino porque los menores de edad no están en forma
para las cuestiones de los adultos, como puede ser el póquer.
Otro factor que considero contribuye al auge de la
pornografía es que se encuentre proscrita en una u otra medida. Ya sabemos: lo
prohibido tiene su dosis de encanto para el ser humano promedio; entre otras
razones, le propicia al transgresor cierto protagonismo.
Hoy en día la llamada pornografía tiene su vehículo
principal en los medios electrónicos —no, como antes, en los impresos, ya fuera
en imágenes o textos—, amén de algunos espectáculos en vivo que, según las
referencias, no pasan de ser, esencialmente, como los filmados. Nada de
esto debería estar censurado para los adultos, puesto que es inocuo, nomás que
un entretenimiento (al menos así lo toman los adultos lúcidos) que, al ser
destinado al área de lo licencioso, crea por cierto grandes ganancias a sus
promotores. La pregunta es: ¿será pornografía cuando, por ejemplo, un hombre y
dos mujeres —o viceversa—en la intimidad de sus casas, realizan el sexo a la
vez? No voy a responder, pero podemos dar por seguro que esto ocurre todos los
días y en no pocos lugares, y quienes lo han hecho son esas mismas personas que
en la mañana siguiente nos saludan al llegar a la oficina o que ayer fueron
ascendidas en sus cargos de ejecutivos o de ejecutivas.
Tampoco creo que exista la llamada literatura erótica. Si la
analizamos vemos que se convirtió en una retórica, que como todas las retóricas
se ha topado con un callejón sin salida. En este tipo de literatura —la llamada
erótica, digo—no hay drama humano, o si lo hay no llega a la escala mínima para
“asimilar” por los sentidos, debidamente, la anécdota fundamental, excitante,
se supone. En muchos casos, los textos de esta “literatura” no son más
interesantes que el relato de igual contenido que te cuenta un amigo.
Lo anterior no niega, por supuesto, que en una y otra
Literatura —así, con mayúscula— resulte el erotismo uno de los recursos
sobresalientes de determinados autores.
Podríamos decir, en busca de una analogía, que el erotismo
en la creación literaria es semejante a esa falda que lleva una mujer tres
centímetros por encima de la rodilla. Si se quita la falda ya no es erotismo.
Se “ve” demasiado. Tal vez esto tenga que ver con la diferencia entre
pornografía y “lo otro”.
Hablando de las mujeres, ¿qué persiguen aquellas que
muestran un escote solidario —casi medio seno afuera—, o llevan una de esas
blusas “ombligueras”, o realzan las nalgas calzando tacones altos, o se ajustan
el pantalón en la entrepierna de manera alarmante? No voy a responder. Sólo
decir lo que todos sabemos: esas maneras están dirigidas a los hombres. Porque
los hombres en este caso son el sexo débil. Si un hombre sale a la calle
desnudo, las mujeres gritan; si lo hace una mujer, los hombres miran, aun
los policías. Claro, podría haber excepciones, como en todo.
Si atendemos a lo dicho por los rascabucheadores —no cabe
aquí el término voyeur— confesos,
veremos que ellos no persiguen “verlo todo”, sino que dejan un poco a la
imaginación, al misterio. Por algo será.
De modo que hay una diferencia evidente entre sexo, erotismo
y pornografía.
Un ciervo herido es
una novela donde el drama humano, aun la tragedia existencial, resulta el
elemento principal. En esta historia hay sexo, como en toda historia humana.
Resulta que cada escritor es, como todas las demás personas, un ser único e
irrepetible; con carencias, virtudes, limpiezas y suciedades. (Sé que no
descubro nada al decir esto.) Y cada uno escribe como puede, no
como quisiera él o los demás. Así, cada escritor tiene —o debe tener— su sello
de identidad.
Los que tienen que escribir lo políticamente correcto o lo
literariamente correcto son aquellos que están ranqueados para el Nobel o para otros premios de esos que
entregan los reyes y las reinas.
Por cierto, debemos suponer que los reyes y las reinas no
consumen pornografía. ¿Será?
Sepa más de este autor:
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http://www.bing.com/maps/default.aspx?v=2&pc=FACEBK&mid=8100&rtp=adr.~pos.19.349925760361_-99.054346174622_Caf%C3%A9+Voltaire_Trojes+45%2C+Col.+Minerva%2C+Iztapalapa&cp=19.349925760361~-99.054346174622&lvl=16&sty=r&rtop=0~0~0~&mode=D&FORM=FBKPL6&mkt=es-ES
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Llegue fácil
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El placer es mío
Por Berta Tarbe
Miradas textibertadas
Fotografía: Trevor Watson |
Perspectivas
—Fue una idea estupenda la de
poner el bote del café en el último estante.
—¿Qué haces ahí a
oscuras?
—Mirarte el culo. Nunca lo
había visto desde esta perspectiva.
—¿Y te gusta lo que ves?
—Mmmm…
La voz del chico me sorprende desde la puerta abierta de
la cocina. Bajo de la banqueta a la que me he encaramado y voy al
sillón donde está recostado, me siento a horcajadas encima de él. Amasa mis
senos y juguetea con mis pezones por debajo de la bata blanca de satín a la vez
que responde a los envites de mi lengua con la suya.
—¿No te quedaste a dormir con
tu nueva amiga?—pregunto casi en su boca.
—No…
—¿Por qué?
—Porque no… ¿Y tú, estuviste
con él?
—Sí.—le susurro en el oído.
Deslizo una mano por el casi inexistente espacio que separa mi cuerpo del suyo. Recorro con un dedo la suave línea de vello que desciende por su vientre y desaparece bajo el tejano.
—¿Follasteis mucho?
—Morboso…—se separa apenas
unos centímetros y él mismo baja la cremallera del pantalón.
—¿Dónde? ¿Cómo? Anda,
cuéntame…—sin dejar de mirarle a los ojos invado el terreno que acaba de liberar y rozo la piel de su miembro. Suave,
casi imperceptiblemente.
—Descarado…—mueve la pelvis y
empuja impaciente contra mi mano su erección. Mi libido reacciona al momento, a pesar de
la falta de reposo que ha tenido durante toda la noche.
—¿Por aquí también te la
metió? Dime…—sube el borde de la bata y recorre mis nalgas con los dedos.
—Perverso…—me apodero de su
verga, la rodeo con la mano y empiezo a moverla rítmicamente.
—¿Me lo estabas reservando?
Dime que sí…—casi jadea al preguntármelo, sigue tanteando ansioso en mi trasero.
—Vanidoso…—no quiero que se corra así; me levanto y dejo
que la tela suave se deslice por los hombros hasta caer en el suelo. Formo una pequeña
torre de cojines sobre la alfombra y me tumbo apoyando mi vientre en ellos.
Viene hacia mí, señalándome con la polla enhiesta y una sonrisa de niño grande y consentido que
consigue su objetivo. Pocas cosas hay que pueda negarle…
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Desde el alma de Alma Beatríz
Por Beatríz Fernández
Me turbas, me perturbas, me inquietas, me enloqueces, me transformas y produces que todos mis sentidos se alteren.
Tengo grabado tu olor, tatuada tu imagen en mi mente, impregnadas tus caricias en toda mi piel, mi sexo lleno de tu saliva y la suavidad de tus gemidos morando en mis oídos. Mi corazón estallando excitado, pensando en abrazarte con mis muslos. Desesperada aguardo el momento para perderme en ti, una vez más…
———-MORVOZ—————MORVOZ——
Mi hombre, el único hombre en mi vida, quien con cada detalle me ha llenado solamente de días felices, no te ha costado descifrar mi corazón y llenarlo con inmensa paz. A tu lado mis días son mejores porque tengo tu amor, sigue complaciéndome con tus besos, con tus caricias y tus encantos, que yo te protegeré y velaré tus sueños hasta hacerlos realidad y preservemos nuestro amor por toda una eternidad…
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Je suis Ale
Por Alexander Zmeckye
Nunca sabrás cuantos
toqueteos le he dedicado a las memorias. Me seduces con tu contorno magnífico,
sombra negra recortada contra el dintel de la puerta, sombra con labios de
cereza.
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Miscelánea de Mesalina
Por Gaby Ouu
¡Ven...!
Mis pezones despiertan dejándose vislumbrar bajo la delgada tela nívea de la blusa. La piel de mis muslos contrasta con el negro de la falda, que asciende lentamente mientras mi mano busca acariciar el cálido manantial que se esconde al pie del monte de Venus... Esa fuente que aguarda palpitante el momento de verter su elixir en la boca de lengua ansiosa y labios sedientos. Tu boca...
¡Ven...!
Desnuda mi cuerpo que quiero yacer ante ti, deseosa de que me colmes de besos y caricias indelebles. Dientes hincándose en mi piel suavemente, arrancando sutiles gemidos. Tú, lamiendo y chupando mis tetas. Manos que se amoldan a los contornos, que amasan, que contienen mi agitación. Besos suaves que se transforman entre mis piernas devorándome hasta derramarme.
¡Ven...!
Dame a mamar tu sexo erecto. Quiero a sorbos degustar la cristalina miel que brota, delinear con mi lengua sus venas inflamadas, bañarlo con mi saliva, engullirlo y atragantarme.
¡Ven...!
¡Métemela! Déjame aprisionarte, exprimirte con las paredes rugosas de mi vagina, con mordidas sin dientes. Tu cuerpo sobre el mío. Tus besos ahogando mis gemidos. Tu verga llegando hasta el fondo, saliendo, entrando, hasta perdernos juntos en el éxtasis delirante del orgasmo.
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Dulki
Por Dulki Mod
En secreto
Siento dolor al verte con otro wey pero me hago el loco. Prefiero ahogar mis penas en alcohol que decirte de frente lo que siento para que te burles de mi o pienses que no razono. Bebo por tu amor, amor, pero me embriago por tu indiferencia.
Quisiera que tuvieras a tu alrededor una burbujita que te hiciera intocable aunque tuviéramos que pelear por las miradas coquetas que le haces a todo el que te come con los ojos. Tenerte en un frasco con hoyuelos para que respires pero tan pequeños que ni una mano traviesa se te escape. Amarrarte a mi cama sería perfecto, y que no pudieras hacer más que abrir la boca cuando te lo pida.
Pero soy tan cobarde o respetuoso, preciosa, que no quiero cruzar la línea de comodidad y confianza que hay entre tú y yo. Sé que te perdería antes de tenerte. Sé también que si te pongo reglas las romperás. Sé que no puedo decirte qué hacer, ni puedo prohibirte que mires para otros lados, pero ¡por dios! mírame a mi tantito. ¿No ves que sufro en cada bar y que no es porque ya está predestinado en mi vida? Te pienso y me dan ganas de tomar porque podría ver tu cara en la cara de otra mujer al final de la fiesta; tus pechos en los pechos violentados de otras féminas. Puedo encontrar el trasero más caído del lugar, más apetitoso que cualquier otro por causa tuya, porque mi desesperación hace que mi mente te vea en cualquier parte.
Soy uno más en tu vida y temo ser de los últimos que pasen por tu cabeza. Yo me hago el loco, me transformo en tu amigo, el que te brinda a primera vista su amistad, pero te entrega el corazón en silencio. ¿Qué más podría hacer, bonita, si tengo que aparentar que ninguna mujer mueve mis emociones? Mucho menos tú, porque tú me advertiste a dónde iría ésto y yo te prometí no arruinar nuestra amistad porque no era mi intención pensarte tanto.
-¡Rafael!
-¿Eh?
-¿Qué piensas?
-Nada.
-Nunca me dices. Bueno, ahorita vengo, ese sujeto me está coqueteando, veremos qué hace cuando pase delante de él.
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El Rinconcito
Esta semana Félix Luis Viera
FRAGMENTO DE UN
CIERVO HERIDO
Día tras día aquella certidumbre fue aumentando dentro de mí
de manera ingobernable: los labios, la piel, la frente del Chino se confundían
con los de mi mujer. Empecé a sentirme seguro de que el Chino y mi mujer se
parecían. Mucho. Ante mi vista, el Chino comenzó a suplir a mi mujer. Yo lo
miraba y lo miraba y, cada vez más, sentía que la estaba mirando a ella. Los
ojos del Chino eran candorosamente oscuros. Cuando él hablaba, su voz era
exacta a la de ella; era la voz de ella; era mi mujer quien se encaminaba a la
formación en las mañanas todavía a oscuras; yo lo miraba en la fila y era ella
quien estaba en la fila; y ella quien decía «¡aquí!» cuando él respondía
gritando —como era de rigor— al escuchar su número dicho por el sargento; era
ella quien, en el comedor, se llevaba a la boca —carnosa, morena— la cuchara
rebosada de caldo de chícharos. Miraba al Chino caminar y ya no era posible
verlo caminar a él, sino a ella. Fueron la misma persona. O no fueron la misma
persona: él era mi mujer, allí estaba. Mas la irrupción definitiva del Chino en
mí se produjo durante una de las masturbaciones hondas y constantes que llevaba
a cabo en la propia hamaca, o en los excusados si no estaban muy poblados antes
de la orden de silencio. No eran muy satisfactorias para mí las masturbaciones
en la hamaca porque había como una falta de privacidad: otros también lo
estaban haciendo y los ruidos producidos por los movimientos se comunicaban por
medio de las vigas de madera adonde se sujetaban las hamacas, y entonces era
como hacer el sexo en colectivo. Mis masturbaciones eran, todas, sin excepción,
a costa de mi mujer, tan estudiante, jovencita, komsomol frisando en
bolchevique. La angustia permanente que sentía por su abandono, su silencio, no
me permitía concentrarme siquiera en los números miles de los modelos
estadísticos que cada día tenía que componer. En falos y vulvas y aun
profundidades de vagina se me trocaban algunos números y entre tanto aborto de
semejanzas finalmente el desemboque era mi apenas estrenada mujer, como en un
cuadro móvil. Había yo comprendido que su fuerza en mí aumentaba en la medida
en que se aislaba y yo nada podía hacer y me la imaginaba ya fornicando con
otro. Fue una debilidad mía hacerme las masturbaciones concentrado en su
vientre y sus zumos vaginales porque era como aceptar la condición de cornudo
ante mí mismo. Quise hacerme alguna a costa de un cabo Umap o de un
sargento o de un sargento político o del medio noble segundo teniente o del
perro feroz teniente jefe de la «compañía», pero no pude; indefenso, siempre mi
cerebro sexual iba adonde mi mujer apenas trabajada, a todo doblez de su cuerpo
y a sus enternecedores gemidos orgásmicos. En una de esas entró el Chino. Y
terminé inspirándomela en él. Luis Arturo afirma hacérselas a costa desde Greta
Garbo hasta Claudia Cardinale pasando por María Félix y Dulcinea del Toboso.
Jorge el campesino sostiene que no se masturba, pues es adventista del séptimo
día; tiene una novia, veintisiete años de edad y la misma novia hace tanto pero
no se han casado porque los campesinos aún no se casan tan jóvenes como los
poblanos, mas no se masturba pensando en ella, ni jamás le ha tocado las
partes, asevera. Guillermo la Rumba dice que tiene una mulata, su amante desde
siempre, desde el siglo pasado casi, que vendrá a verlo; a veces se las hace a
costilla de la dicha mulata, pero la mayoría a costilla de las mujeres que no
ha tenido, opina que el quid de las pajas es hacérselas a costilla de las
mujeres que no se han tenido, he ahí las ventajas de las pajas, ¿no?, dice. ¿Y
El Artista?, ¿se masturba por detrás, como aquel homosexual que agarraron en
tal tarea? ¿o por delante inspirándose en que su amado distante lo está
poseyendo? ¿o, como ellos dos son homosexuales puros, como matrimonio,
recíprocamente entregados, se poseen entre sí intercambiando las vías y
entonces El Artista se las aplica al unísono? (La vida es cruda y compleja,
damas y caballeros.)
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Otros demonios
El shunga (春画? lit. «imágenes de primavera») es un género de producción visual japonés que tiene como tema principal la representación del sexo. Está vinculado, principalmente, con la producción gráfica conocida como «estampas del mundo flotante», o xilografía ukiyo-e, del período Edo (1603-1867), a partir de imágenes de álbumes o de ilustraciones de textos de la literatura popular de entonces, así como con la producción pictórica de la época. A pesar de que su producción estuvo marcada por regulaciones y prohibiciones por parte del gobierno, la realización de este tipo de obras continuó prácticamente hasta finales de la era Meiji, con la prohibición de material «obsceno» en el Código penal japonés del año 1907.
La traducción literal del vocablo japonés (de origen chino) shunga significa «imágenes de primavera», siendo «primavera» un eufemismo común para el acto sexual. Las escenas describían relaciones sexuales de todo tipo, incorporando en ellas a los más variados actores de la sociedad japonesa de entonces, como a los miembros de la clase comerciante, samuráis, monjes budistas e inclusive seres fantásticos y mitológicos.
Fuente: Whikipedia
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Casa de citas
"Si Eva hubiera escrito el génesis... ¿Cómo sería la primera noche de amor del género humano?. Eva hubiera puesto algunos puntos sobre las ies; quizá, digo yo, no sé, hubiera aclarado que ella no nació de ninguna costilla, que no conoció a ninguna serpiente, que no ofreció nunca ninguna manzana a nadie y que nadie le dijo que: "Parirás con dolor" y "Tu marido te dominará" ... Y que todo eso, diría Eva, no son más que calumnias que Adán contó a la prensa."
Puntos de Vista.
Edudardo Galeano.
Casa de mala nota
"La buena reputación es conveniente dejarla caer a los pies de la cama. Hoy tienes una ocasión de demostrar que eres una mujer además de una dama."
Joaquín Sabina
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