sábado, marzo 12

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AGATHA TEMPESTAD




Agatha ¿dónde ahora?


A punto de someter la tragedia más atroz de la existencia impura, grito tu nombre de madrugada, en medio de los silencios que causan los amantes en cama sin saber que afuera el dolor es la fuente tormentosa que marca mis ruegos a la luna, pasaron noches clandestinas, días incipientes, cadáveres de letras en las que no conseguí refugiar esta pena amarga que sigue transitando desde el momento de tu feroz partida, al no saber de ti, pregunté a los ancianos de Verona, a los fuegos de Palestina, a los iniciados de Portugal, nadie sabia nada, creyeron que mi locura había dado un vuelco y se había convertido en esquizofrenia, proterva hora en que mis labios dejaron de rozar el camino que tus pasos marcaban de forma despectiva, la clemencia es un arte completo que no te compete y sigues atesorando tu egolatría con tal de verme rendido, las mañanas claras en las que el ron era el acervo necesario para vivir de pie, si a esos momentos se le podían llamar vida, no te encuentro y mis pies llagados no descansan con tal de escucharte, naturaleza mía.

¿Agatha, dónde estás?

Sé también que no en los restos de cicuta con que Sócrates quedó tendido, ni en los clavos del Cristo narcisista, no en la Tora, ni en el libro de Nod, tal vez mañana una señal bélica marque un sito donde pueda hallarte, como sea y como quieras, desterrada del sabor a tinto, naufragante entre ajenjo asequible, una lágrima fue dibujando tu partida con sabor a opio y crack, sin más ganas que fastidiar el existencialismo y la beatitud de este mundano ciclo, doce veces siniestro y recostado en el catre podrido que quedó del escombro de tu vacío, inhiesto ahora deambulando entre las más divinas tentaciones pero sin el pecado supremo de tu sexo celeste, ¿dónde ahora?, Agatha anarquía y demencia, un laurel viaja lento y no encuentro construirlo liviano ante la inaudita clemencia de la gravedad, pasaste de ser sueño a surrealismo sugestivo, un posesivo ente taladrado por la desdicha.

¿Agatha, dónde estás?

Sé que no en mis labios descompuestos, ni en mis ojos libertinos, no en las manchas del camastro, ni en la podredumbre de la sociedad, no en aquelarres ni en el esoterismo, no en las tumbas Mexicas ni en los sudarios sacros, no en las ruinas de Gomorra ni en los cuentos de demonios, sigo en tu búsqueda constante con tal de mirarte una vez a mis pies, desafiando mi instinto de canalla, mi lado sinistro, serás por momentos necesidad o principio pero no siempre, de un segundo a otro eres la puta del siglo, una apología barata, la mal nacida del Tíbet, la consonante ignorada, la sentencia de Hannibal.

¿Agatha, dónde ahora?
¿Dónde tu veneno barato?
¿Dónde tu amor enfermizo?
¿Dónde tu cuerpo de serpiente?

¿Dónde habitas ahora en que te necesito? no sé si son tus formas las que ansío o tu alma pecadora e intangible, no sé si es la hora en que mis manos tiemblan por caprichos banales o en las que mis piernas necesitan calor vehemente, antes de volar me acercaré despacio sin más palabras que las que conoces sobremanera, Agatha intranquila, puedo ver tu equilibro desmoronado, Agatha intensa eres la misma, las mismas faldas, las mismas ganas, Agatha estallido perpetuo, plaga constante…

Agatha, ¿dónde tus rezos, dónde tu sexo?
Agatha miedo, ¿dónde tus labios?
Agatha liviana, ¿dónde tu tiempo?
Agatha, ¿dónde estás?
Agatha, ¿dónde estás?
puta mía, ¿dónde estás?

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