EDITORIAL
Les informamos que en dos semanas, la gaceta contará con un archivo de audio; ojalá esta propuesta les guste. Empezaremos con entrevistas a tres de nuestras musas: Azul Alegría, Mariana Samsa y Astrid Perellón. No se lo pierda.
También les comentamos que en los 4 años que llevamos como editorial, hemos podido publicar a cientos de artistas, cada uno de ellos con su sello personal e ideología. Siempre, desde el primero que llegó, nos llena de una emoción sin precedentes el que un nuevo integrante se integre a nuestras filas, en esta ocasión incluimos en la gaceta a Dulky Mond, chica talentosísima en incontables rubros; entre los que está el de la narrativa, la cual fluye con imaginación y sin pretensiones vanas, con una buena sintaxis y con estupenda ortografía, cosas que siempre agradecemos los editores. Recíbanla bien y gócenla mejor.
Ella es Dulky.
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Arte y montaje: Takumi Shibari.
Foto y texto: Éric Marváz.
El arte de las ataduras inspirado en el Shibari
El arte de las ataduras inspirado en el Shibari
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Dulki
Por Dulki Mond
Un prodigio en seis estrofas
El humo sale lentamente por mi boca, sin prisas, como queriendo tocar los ténues rayos de sol. Se pasea por mi habitación y desemboca en un viento tranquilo que pasa por mi ventana. Se desvanece en las manos de las hojas de primavera que lo acompañan.
En la primera estrofa, cuando Jim cierra los ojos y se ve tranquilo en la pantalla, mi cabeza se inclina hacia atrás en el respaldo de mi mecedora. Mi mente me juega bromas, bromas que disfruto con cada distorsión. Mi mente crea magia que me hace agudizar mis sentidos.
Escucho el piano a mayor presión, escucho el golpecito en los discos de la batería, el bajo tomando el primer plano, anunciando que en cualquier instante el momento cumbre sucederá. Pero no lo sabes, no lo sabes y ese éxtasis entre lo que ocurrirá y la espera, te convierte en súbdito de los latidos de tu corazón.
Aguardo aún extasiada, con el ceño fruncido en forma de lamento o fornicación, un brillo al interior de mis labios que llama a mi mano derecha para que los acaricie. Mis pies no dejan de moverse a un ritmo más velóz, y a medida que avanza la melodía, estas acciones se exaltan.
"Father. Yes, son? I want to kill you..." golpeando desde la boca de Jim hasta mis oídos. "Mother, I want to...", suenan los platillos más fuertemente, estrepitosos, insanos, secundados por los tombs y el bombo aún más agresivos, y por el piano que desnudó su apariencia de Bach dejando a la intemperie un rebelde corderito, y la guitarra y el bajo que acentúan la furia de ese punto, ese punto al estallar tus entrañas. "... Fuck you!"... Fuck you... fuck you... fuck you... en mi cabeza como eco. Mi cuerpo se retuerce, con el pecho para afuera y la cabeza hacia atrás, mis manos bien agarradas de los costados de mi mecedora, un pie más arriba que el otro, y mis ojos ocultos por mis párpados. Siento sus palabras en forma de susurros en mi cuello. Puedo percibir algo placentero entre mis piernas, humedad paulatina.
Se relajan poco a poco los instrumentos, se avengüenzan de sus arranques. Mi cuerpo al mismo tiempo va dejándose caer apaciblemente sobre los cojines, sin temor a nada. Una gota de sudor escurre por mis labios, mi lengua la quita con suavidad. Recojo mis manos con mis dedos tocando el piano en la madera.
La guitarra toca con prisa, los demás instrumentos lo siguen. Cada que un segundo pasa, el ritmo acelera un compás. Está a punto de explotar, parecen locos deseando salir de sus cuevas, toman mi pulso y lo vuelven caótico, me hace ver los sonidos en el aire, escuchar la aspereza de mis nudillos. Me estremece, me transporta en un mismo lugar y de vuelta. Siento que vibra la habitación, que todo salta junto conmigo, que el mundo debería enterarse que ésto es la felicidad, que ésto es el deseo, es la lujuria de tu soledad. Caos... caos... caos... caos... "Kill... Kill... Kill... Kill".
Tranquilidad. "This is the end".
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Je suis Ale
Por Alexander Zmeckye
Hablemos de lo nuestro, de dos, de tu cuerpo en el mío, de lo que nos ignoramos, de las tardes sin ti pero pensándote, de lo que debajo de tu falda escondes, de tus más recientes citas sin mí; vamos a dejarnos caer por primera vez en el abismo de conocernos. Nos vamos a arrepentir, eso es un hecho, pero no puedo evitar jugar con el destino.
Je suis un joueur.
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El placer es mío
Por Berta Tarbe
Lecturas bertianas
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| Fotografía: Jan Saudek |
"¿Quieren que les diga lisa y llanamente cuál es el motivo de mi futura muerte? Pues, helo aquí sin más preámbulos.
Es posible que nunca hombre alguno se haya encontrado en una situación tan grotesca como la que ahora me abruma. Me encuentro echado boca arriba en una cama que no es la mía. Naturalmente, esto no sería excepcional si la cama en cuestión no perteneciera a una mujer de cuerpo superlativo, inmenso y blando, cuyo sexo estoy lamiendo. Para que yo pudiera llevar a cabo tan delicada misión, ha colocado la inmensidad sofocante que son sus nalgas sobre mi atribulado rostro.
Desde el primer momento sospeché que me asfixiaría sin remedio; ahora, en cambio, la sospecha ha crecido hasta convertirse en ineludible certidumbre: me estoy asfixiando. El aire se ha enrarecido tanto que ya casi no puedo respirar: he aquí el motivo de mi prisa. Ustedes pensarán probablemente, y con toda la razón del mundo, que la solución a mi problema no deja de ser bastante banal y que me bastaría con abrir la boca y gritar: «iDetente Daniela, por favor, que me ahogo!». Pero es ahí, precisamente ahí, donde está el meollo de la cuestión: cada vez que intento abrir la boca encima de la que Daniela restriega una y otra vez su vulva, la caricia involuntaria de mis labios le provoca más placer aún, con lo cual, su movimiento se hace más perentorio y el grado de mi asfixia aumenta notablemente. Por ello he decidido serenar mis ánimos y gozar de esta muerte lenta y elefantisíaca, amorrada a un sexo enorme que se me traga poco a poco y donde supongo que acabaré enteramente sumergido y con los pies colgando. Una excelente mortaja, sí señor. Y como al parecer el útero de esta mole humana, de esta catarata de carne succionadora, es lo suficientemente elástico como para albergarme enterito, es posible que la pobre no se enterara hasta unos días más tarde. Y yo ya estaría violeta y tieso, macerado en toda clase de jugos de globo gigante.
No querría de ninguna manera que se culpara a la pobre Daniela de mi muerte; ella no es más que el instrumento ciego e inconsciente de mi defunción. Que no recaiga pues la ira sobre ella porque fui yo, sí, yo, un hombre más bien raquítico y escuchimizado, quien la persiguió por toda la ciudad hasta conseguir, tras su inicial negativa, que se encatrara conmigo.
Por consiguiente, la pobre tiene más alma de hermanita de la caridad que de sádica asesina.
He aquí los motivos que me impulsaron a los brazos y al coño de Daniela, a ese cuerpo incontenible, incompatible con sujetadores, bragas y fajas, cuerpo expansivo donde los haya, una deliciosa mole en la que hundirse, inhibirse de todo y morir. ¡Oh, Daniela, nunca sabrás cuánto te he buscado y cuánto te amo ahora, mi amor póstumo! ¡Mi última felicidad, tal vez la única!"
Pascualino y los globos (fragmento),
de Ligeros libertinajes sabáticos.
Mercedes Abad
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Desde el alma de Alma Beatríz
Por Beatríz Fernández
La prisa me invadía, el reloj aletargó las horas y los minutos, aumentando mi impaciencia, hasta que por fin los llamados a la puerta detonaron mi nerviosismo. Arrojarme a tus brazos sólo fue el principio del encuentro desesperado, besos destilando amor y pretensiones, manos ansiosas que reconocían cada comisura libremente y sin prisas nadie más existía, solo tú y yo. Era difícil caminar sin la necesidad de sentir tu deseo, así que simplemente te acorralé para mostrarte mi pasión, la fusión en aquella oscuridad le daba resplandor a mi vida, y las sábanas revueltas, las nuevas experiencias, las caricias, la entrega de tu corazón… sirvieron para concedernos un siguiente encuentro y muchos más…
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Abrázame por la espalda, e incita mis sentidos merodeando con la delicadeza de tus dedos todo mi cuerpo y arrópame con tu piel esta noche como nunca antes lo he imaginado, y refúgiate en ese espacio reservado únicamente para ti y con tus labios en mi nuca. Quiero escuchar mi nombre perdido en tus gemidos estremeciéndome el oído al tiempo de concederme el licor de tu ser…
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Miscelánea de Mesalina
Por Gaby Ouu
Poco a poco la distancia entre los dos se acorta,
percibiendo el calor de tu cuerpo y el embrujo de tu aroma.
Mi reflejo se pierde en la profundidad de tu mirada y en el
silencio de las voces los latidos parecen escucharse.
Nuestras respiraciones se entrelazan... acompasadas, lentas,
temerosas.
Un beso de tus labios escapa y con pasión me hace tu
esclava.
Me entrego ante la enredadera de caricias que trepan por mi
cuerpo haciéndome vibrar.
Los pétalos encarnados de mi flor, se abren escarchados de
rocío y libas la miel de su pistilo, para después clavar tu aguijón en ella una
y otra vez con aguerridos movimientos, hasta culminar con la mutua sincronía de
un orgasmo efervescente de espasmos gloriosos, que nos elevan en la incongruencia
de un instante eterno y una eternidad tan breve.
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El Rinconcito
Esta semana Edmeé García, Diosa loca.
Bombón Vudú. Poemas contenidos en el libro Musas, editado por Editorial Morvoz.
Espía
Soy un letargo lento y amplio.
Gota de agua,
constantemente caigo al fregadero.
Soy un ser de piel dorada en mi imaginación.
Pedacito de sol, en tránsito perpetuo,
pedacito vagabundo,
pasajera de mi tren.
Vivo en el cuadro que me han pintado.
No soy escritor ni director.
Más a mí apunta la luz
porque éste es mi escenario.
Cada amanecer procuro olvidar
para no marchitarme la risa.
Quizá soy una espía.
Me he descubierto a mí misma.
Yo ya no construyo
Sólo me rompo
De risa,
De dolor,
De placer.
No importa.
Me rompo.
Palabra de Pájaro
Sucede que uno se entrega
con todas sus alturas,
y toda su bajeza.
Sucede que si uno se entrega por completo
es todos los animales de la tierra.
Pero con memoria…
Bestia de recuerdos.
Locotrón
Melotrón
Nuevo sonido
Ciclo de adicción.
Evolución=adaptación
Nuevo ciclo.
La adversidad es normal.
También los amores mutantes.
Si es tan normal cambiar
¿Por qué torturarnos por inconstantes?
Somos aves
¿sabes?
Tenemos en el cerebro un radar,
amores estacionales,
algunos encuentros longevos…
Somos gallinas.
Lo sabes.
Somos albatros, pájaros bobos
y somormujos engatusantes,
migrantes,
hispano parlantes.
Tenemos insomnios urbanos,
detallados historiales de aterrizajes forzosos,
accidentes aéreos,
la ligereza,
el viento,
la velocidad.
Somos aves
¿Sabes?
Y a veces
No logramos aterrizar.
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Otros demonios
Arte
El gran muro de la vagina, de Jaime McCartney
The Great Wall of Vagina (El gran muro de la vagina) es un proyecto del artista británico Jamie McCartney. Es un muro de 9 metros de largo, dispuesto en 10 paneles y compuesto por 400 moldes de yeso de vulvas de 400 mujeres de diferentes países. Todas las mujeres fueron voluntarias y las edades oscilan entre los 18 y 76 años.
Con esta obra McCartney no busca la excitación ni la considera una obra pornográfica. El autor simplemente pretende cambiar la forma de ver la sexualidad de la mujer. Espera que esta escultura ayude a combatir el aumento exponencial de los cosméticos para cirugías labiales, una moda para crear ‘perfectas’ vaginas y que marcan una tendencia preocupante para las generaciones de mujeres del futuro.
Para realizar los moldes, McCartney utilizó el yeso que usan los dentistas para realizar los moldes de las dentaduras, un material totalmente natural.
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Tim Pach (Pricasso), el artista australiano que pinta con el pene. Asegura, además, tener la misma habilidad para pintar con su miembro erecto o flácido, pero que se luce más en sus obras cuando no tiene una erección.
Victoria Romanova, la artista rusa que pinta con sus senos. "Tuve un sueño en el que estaba haciendo eso y decidí probarlo de verdad”. Dice estar muy orgullosa con los resultados.
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Casa de citas
“Estábamos
estamos estaremos juntos
Mario
Benedetti. Boda de Perlas
"Siempre
en la cama ocurre lo mejor de la vida: el nacimiento, el amor, la escritura y
la muerte."
Jaime
Sabines
Casa de mala nota
"¿Crees que la física cuántica es la respuesta? Porque... no sé, en el fondo, ¿de qué me sirve a mí que el tiempo y el espacio sean exactamente lo mismo? En fin, si le pregunto a un tío qué hora es y me dice "6 kilómetros", ¿qué coño es eso?"
Todo lo demás, 2003. Woody Allen.
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