martes, julio 23

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Gaceta Morvoz No.25, año III (23-7-13)

EDITORIAL


Una vez más somos carne de cañón del señor gobierno. Siempre los últimos de la fila, los vilipendiados, los pobres, los dependientes. En tanto Brasil se llena de protestas sociales, por los gastos excesivos en la visita papal, por el aumento en el costo del transporte, porque se destina más presupuesto al fútbol que a los programas sociales, porque el hacinamiento en las favelas es inhumano; aquí, en este México, nos conformamos con los nimios logros de legisladores, políticos y autoridades en general.

Los medios de comunicación se jactan de coger (jer, jer, jer), o detener en flagrancia, a narcotraficantes y redes de trata de personas para explotación sexual, ¿quién putas se tragaría el cuento de que no sabían dónde estaban desde un principio? Gobierno y delincuencia encubierta son la misma cosa, basta ver las fortunas ofensivas con que dejan el poder los mandatarios en turno.

También lamento, profundamente, que un oficio tan viejo y necesario como es la prostitución haya perdido los códigos de honor. Es terrible las vejaciones que sufren las mujeres forzadas a hacerlo, los captores y ejecutores no ameritan más que la pena de muerte. Por otro lado existen mujeres que lo ejercen con la sapiencia y plena consciencia de lo que hacen, mujeres que dotan de bienestar a su familia, mujeres que encuentran en ese trabajo un modo de vida y que hasta lo realizan con gusto; ¿cómo podría alguien diferenciar de quién es forzado a quién lo elige? Creería que legalizar es la respuesta, llevar censos, programas de salud y capacitación, ofrecerles protección real bajo una mira ciudadana. No lo sé de cierto, es una utopía, lo sé. Sin embargo: el quedarnos de brazos cruzados como sociedad, es lo que nos tiene en este callejón sin salida de nuestro presente.

Habrá que intentar vivir sin miedo como la chica vejada, y valientísima, de 19 años que se atrevió a denunciar.

Hay que aprender a alzar la voz, no estamos cómodos.

Por Éric Marváz










Fotos de "Colectivo Madre Araña" - Salón Bombay


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Miscelánea de Mesalina

Por Gaby Ouu


En plena tormenta corrimos buscando refugio... El cielo se obscureció mientras permanecíamos en la entrada de una vieja casona... Una cerrada cortina de partículas de agua permitía apenas vislumbrar la acera de enfrente... Mi cuerpo temblaba de frío y la tela de mi blusa se ceñía a mi cuerpo empapada, marcando claramente mis pezones erectos... Toda una invitación para tus manos, que prontamente se posaron sobre mis pechos alternando entre suaves caricias y apretones... Tus labios buscaron los míos que ya ansiaban tus besos apasionados... Podía sentir la dureza de tu sexo contra mi vientre... Los temblores de mi cuerpo ahora eran provocados por las caricias que recorrían mis muslos bajo la falda y deslizándose entre mis pantaletas hacían vibrar mi clítoris... Bajé el cierre de tus pantalones y saqué tu verga... dura, caliente, deliciosa... No pude resistir ante tal ambrosía y bajé a devorarla... Mi entrepierna cosquilleaba, sentía cómo mi interior palpitaba acrecentando el irrefrenable deseo de tenerte dentro de mí... Mirándote desde abajo te dije "¡Métemela!". Me levanté y dándote la espalda sentí tus manos fuertes apartando las bragas... Separaste mis nalgas y me penetraste profundamente... El destello de un relámpago nos iluminó brevemente y el estruendo posterior opacó por un momento el incesante sonido de la lluvia... Me inundaste con tu níveo néctar y escurrió mezclado con las mieles de mi orgasmo... 

Acomodamos nuestras ropas, nos besamos y abrazados caminamos disfrutando de la lluvia que caía sobre nosotros refrescándonos.



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Versos como balas

Por Agathokles


Cobarde Elegía (Diálogos de Él y Ella)


Hay historias que terminan mal y males que terminan en historia, al final da casi lo mismo, soledad, cobardía; elegía en la pluma, sudor en la camisa, plomo en la sien, la lengua amarga y extraña sabe que no estás, no entiende a tus piernas, sí a tu clemencia. Uno, dos, tres segundos, para qué más, morir desbaratado es tan propio de un mortal que no se sabe si duermes o despiertas ante la inaudita realidad del sueño sin ti, de camas sin ti y dunas en las que a momentos te encuentras, cobijada, sedienta de mi instinto, carente de mis brazos, sucumbiendo ante mis besos, cáncer, no el signo, no el mal, sino ambos, llevados de la mano ante la ruptura zodiacal de nuestro tacto, junto al rincón del juramento, un incauto menos, un archipiélago que nace en la columna vertebral de la ausencia que aún no logro desatar para verte rendida, pidiendo que vuelva la mujer que fuiste, la niña que creció, alguien que terminó por convertirse en un despojo, yo, sin embargo, no espero más que un refugio, morir en el letargo, sobrepasar la soberbia y sanar de una herida, no como cualquiera. 

— Aries está de luto, ni él ni nadie puede superar la pérdida, ¿Será que el destino ha juzgado de cobarde la tragedia? Sin más penas, si basta con que te vea para reventarme la madre, ¿Qué crea en ti? Por supuesto que creo en lo que veo incluso cuando ya no lo tengo, una palabra está por definirte, no la digo porque aún, después de todo, te quiero. 

Yo también sé más que besar. Objeto de tus culpas, tragedia de tus miedos, ¿Qué dices de mí? No juegues a convertirte en beato, eres del mismo karma, de la misma carroña con que se bañan las piedras de los buitres. Ardes a momentos para después decantar con copos huecos tu silencioso infierno, no hables de la premura, no te queda en la palabra, tal vez fuiste instinto, sangre, miel y casi todo, algo se acercó y no se parecía a tu silueta, lo tomé, bebí de él, me alimenté, sacié mi necesidad antiquísima, el vacío que dejaste es de otro, de otro es, no más de ti. 

— Hablas de razón cuando no conoces ni la cordura, derribaste un vallar de nada y querías a cambio todo, mi sueño, mi pluma, mi esencia Mater, un testigo de lo que fuiste es mi silencio, mi sexo lánguido, mi mano ebria, ese maldito miedo que me desbarata, que me tacha de imbécil, bajaré la vista, nunca las rodillas; la casa cansada, la cama y tu vientre será igual mañana, no viviré más en las dunas de tu carne, puedes irte sin despedida, sin imagen de recuerdo, con los mismos parámetros con los que llegaste, con la minifalda que te conocí, sin la mujer que mis manos crearon. 

Ahora es el momento, te dejo como el infante que amamanté tantas veces, tanto tiempo, tomaré mis piernas y mis senos, mañana margaritas en tu tumba, sonrisas a mi encuentro, pasarás de leyenda a lamento. Da un paso más no tengas miedo, no te tomaré por la espalda, no me revolcaré en tu pecho, no te seduciré como antes, ahora eres un simple cualquiera, el mismo que me encuentro en una botella, en la penumbra; en la sentencia de la cabecera maldita, no te tomaré más por mío, no serás más que un despojo que dejó su saliva liviana entre mis pliegues., Todos, tal como tú, me verán despacio como la mujer que soñó con ser más que la esposa de un infeliz abstemio de carne, sediento de gozo. Egolatría de artista, te crees poeta por decirme versos al oído cuando sé que no tienes ni siquiera parte de lo que es ser un caballero. 

—Será como tú quieras o como quieras que sea, palabras para ti, palabras para qué. Serás la tilde que no pronuncié en mis últimos enredos, el manjar que desperdicié por exceso de tinto, ¿margaritas en mi tumba? Crisantemos grises marcados por lo que no somos ni pudimos ser. Que quede ahí, en el silencio que te guardará mi boca de forma eterna. 

Que quede así, sin salir de la boca.

Te odio, te maldigo; escupo a mi pasado contigo.

—Me enredo con otras como tú.

Conozco tu debilidad: infame traidor, cazador lascivo.

—Tal vez soez, tal vez poeta, pero no para ti.

¿Se acabó?

—Nunca comenzó.


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Desde el alma de Alma Beatríz

Por Beatríz Fernández



Qué hermoso es verte de repente por acá, no tener contacto tan seguido contigo me hace extrañarte mucho, pero eso no significa que haya olvidado esa bella sonrisa que llevo eternizada en mi mente, y mucho menos se ha calmado el deseo que tengo por ti, sigue latente y solo esperando el tiempo para cruzar nuevamente esa puerta y llenarme de los olores que alguna vez ahí quedaron, pero que guardo con celo en mi mente; sé, y quiero que algún día seas mío, sea tuya, nos perdamos en la noche con las pasiones más oscuras y volverme adictiva a tu cálida humedad y completar lo que me mantiene viva y atada fuertemente a tan bello recuerdo….

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Busca en mí todo lo que deseas, a la amiga, y deja que me interese por tu bienestar, por tus logros y tus problemas, A la amante, y piérdete en mi obscenidad, en la lujuria hasta devorarnos el placer, tu cómplice, y que valga madre el mundo, disfrutemos esto tan tuyo, tan mío, tan nuestro….


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Je suis Ale


Por Alexander Zmeckye






¿Por qué me importa una madre lo correcto e incorrecto?, acaso tengo descompuesta esa parte de la moral. 


Quiero meterte la lengua y arrastrarte los sabores, 
lentamente, 
con fruición, 
sabiamente recolectar tu savia.



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El placer es mío

Por Berta Tarbe

Miradas textibertadas



Elme Batters


 Y II


Ahora te observo disimuladamente mientras trabajas, abstraído en la interminable lista de números que van apareciendo en la pantalla del ordenador. Si levantaras la vista y te dignaras a mirar mi escote con la mitad de fascinación con que los miras a ellos… Tu brillante y sensual calva, las gafas de gruesos cristales apoyadas en la punta de la nariz, la cara sonrosada, dos gotitas de sudor deslizándose por las sienes, los resoplidos libidinosos cuando no te cuadran las cuentas… ¡Eres tan atractivo! Estás para comerte entero, no entiendo cómo las demás pueden decir que tienes el sex appeal concentrado en la suela de los zapatos … Claro, que también ellos dicen de mí que soy una mojigata: Está buena, pero le gusta hacerse la estrecha. ¡La estrecha! No tienen ni idea. Miro hipnotizada tu dedo índice dando eróticos toquecitos al mouse, introduciéndose provocativamente entre el reducidísimo espacio que separa el cuello de la camisa del tuyo propio, empujando las lentes que resbalan por la nariz, de vez en cuando hurgando discreta -pero lujuriosamente- dentro de ella… Cierro los ojos y puedo imaginarlo explorándome a mí. Uf… Dime, ¿qué más maravillas sabes hacer con él? ¿Sabes lo que haría yo ahora mismo? Te arrancaría de un zarpazo los botones de la camisa, me abalanzaría sobre la hebilla de tu cinturón y la haría saltar por los aires, retiraría de un manotazo el ordenador y me subiría a tu mesa para demostrarte lo que es una mujer ardiente, te obligaría a comerme uno a uno los lunares de las bragas negras que me he puesto para ti… ¿Y si lo hago? ¿Y si te ataco por sorpresa? ¿Y si te arrastro hasta el cuarto de baño como no pude hacer en mi sueño? No quiero, no puedo quedarme otra vez con la miel en ningún sitio. Te pertenece y la vas a tener. Ahora mismo...

—¡¡¡Berta!!! ¿Se encuentra bien? ¡Menudo porrazo se ha dado! ¿Se hizo daño?

No sé qué pasó, mi tacón debió enredarse entre los cables. Estoy conmocionada por el golpe, creo que semiinconsciente, pero al menos he conseguido que me toque. Aunque sea para tomarme el pulso, tirada en el suelo y con un tobillo fracturado. 


Fragmento de Libídine, o algo así (II).


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El Rinconcito

Esta semana Jorge Montoya Ramírez. 


UN POEMA EN TU CORAZÓN

Noche hermosa, pura, concebida y pensada.
Mi habitación, santuario y templo de sortilegio, romántico y poético.
Entre velas de la noche me refugié en las frescas aguas del mar de tus azules ojos de hechizo de mágico mirar, espejos donde me puedo mirar, que penetran tan hondo en el alma, que a mi alma hace soñar, ojos azules que envidia le tienen el cielo y la mar, que es mi delirio meterme en ellos con mis suspiros y nunca dejarte de amar y besar.

Mi inspiración se convierte en poema que en tu corazón escribí la noche que te amé. Escrito en tus labios quedó, conociste mi amor la noche que te amé; bebiste del jugo de mi cuerpo la miel que gota a gota brotó, estuve en el paraíso de tu cuerpo, acariciando los frutos del amor, encontrando el universo de tu sexo, para que juntos amaramos al placer, amaramos al amor.

Prométeme mi fiel confidente, que me llevarás en secreto, que me llevarás en tu piel, en tu sangre, en tu ser; que me mantendrás vivo en tu cuerpo, que estaré dentro de ti toda tu vida y que jamás, jamás saldré de tu dulce corazón.

Compositor y poeta: Jorge Montoya Ramírez (Chiapas).


Y Myrna A. De León Treviño.



QUIERO SEGUIR SOÑANDO



¡Que nadie me despierte!
Quiero seguir soñando.
Soñando contigo, con tu presencia,
con tu rostro extasiado de placer.
Tus palabras cargadas de infinito amor, 
de amor y de pasión.
Seguir soñando con la exaltación de tu cuerpo,
soñando con tu perfume, 
esencia afrodisiaca de tu ser;
con el dulce de tus labios, 
que mitiga mi ansiedad;
la suavidad de tus manos 
donde se conjugan la ternura y arrebato
de tus caricias ansiosas.
Por favor, ¡No me despiertes!,
que todavía te siento, todavía te huelo, 
todavía te veo y todavía te escucho.
Percibo así, tu penetrante naturaleza 
de hombre viril. 
Por favor, quiero seguir soñando,
con tu miel, el placer
de tenerte otra vez en mi ser.
Tenerte y sentirte tan intenso;
tan intenso, tu sexo, tan profundo,
tan hermoso, tan perfecto.
Tan tuyo, mi dulce Colibrí.
Por favor, ¡no me despiertes!
Quiero seguir contigo por siempre
mi amado Colibrí.

Myrna A. De León Treviño (Monterrey)

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Casa de citas


"La tarea más laboriosa de los amantes no consiste en hacer el amor, sino en deshacerlo."

Juan Gelmán



“El amor tiene la virtud de desnudar no a los dos amantes uno frente al otro, sino a cada uno delante de sí.”  

Cesare Pavese

                             Casa de mala nota


"Si la montaña viene hacia ti, corre, es un derrumbe."

Alguien.


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1 comentario:

  1. el agua es vida, y con ese texto de la miscelanea de mesalina, ahora más que nunca adoro la lluvia, agua, placer, sueños, relámpagos...

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